[…] Los chavales, que cuando se produjeron los hechos tenían entre 14 y 17 años, aprovecharon que el dueño no estaba en la vivienda para colarse por la puerta trasera. Y una vez en el salón, no se les ocurrió otra cosa que echar gasolina en un vaso de cristal y prenderle fuego.

La violenta llamarada que se produjo cogió por sorpresa al grupo de amigos, que intentó sofocarla utilizando agua del grifo. No fue una buena idea, ya que el combustible se derramó entonces por la mesa, lo que hizo que esta prendiera de inmediato. Pero aún fue peor lo que hicieron después, usar el edredón de una cama para intentar extinguir el fuego. Aquello avivó de tal forma el incendio que los menores, asustados, decidieron ponerse a salvo y abandonar la casa, que acabó siendo pasto de las llamas. […]

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